Qué ganas tenía de probar este invento que tan buenísima fama tiene.  No me había atrevido antes, pero en cuanto vi el magnífico paso a paso de Ree Drumond (The Pioneer Woman) lo tuve clarísimo.  Un pastel de lo más jugoso que, según parece es de tradición mejicana aunque también se prepara en otros países de centro y suramérica.  Se trata de un bizcocho super esponjoso preparado sin aceite ni mantequilla y posteriormente empapado en la mezcla de tres leches a la que debe su nombre: leche evaporada, leche condensada y crema de leche (para nosotros, nata líquida).

 

Para hacerlo necesitarás:

1 taza de harina (unos 140 g) 
1 1/2 cucharaditas de levadura en polvo (Royal)
1/4 cucharadita de sal

5 huevos  (separados; por un sitio las claras y por otro las yemas)
1 taza de azúcar (unos 200 g)
1 cucharadita de vainilla
1/3 taza de leche entera

1 taza de leche condensada
1 1/2 tazas de leche evaporada (ideal)
1/2 taza de nata (35% MG, de la que se usa para montar)

2 tazas de nata muy fría para montar (un brik de 1/2 l)
3 cuchatadas de azúcar.

Precalienta el horno a 180ºC y encamisa un molde rectangular de 9 x 13 pulgadas aproximadamente.  Como no tenía un molde de estas características, estaba un poco desorientada en cuanto al tamaño de molde a utilizar hasta que, paseando por el Mercadona encontré estos moldes de aluminio de 2 litros de capacidad que han resultado ser simplemente perfectos para la tarea.

Tienen aproximadamente las mismas dimensiones que pide la receta y sirven tanto para llevar el bizcocho al horno como para usar de bandeja para el posterior remojado y cuestan... No recuerdo exactamente pero el paquete de dos debe andar entre uno y dos euros.  Eso sí, si te animas a usarlos ten mucho cuidado a la hora de manejarlos una vez llenos, recuerda  que no son rígidos y si no quieres terminar con un buen desastre en la cocina, siempre que tengas que moverlos hazlo poniendo la mano extendida debajo para sujetar la mayor parte del peso.

Vamos con la preparación del bizcocho.   Mezcla la harina con la sal y la levadura en un bol amplio (tamízalas juntas si quieres).  Separa las claras de las yemas y reserva las claras. 

Monta las yemas con 3/4 de taza de azúcar (unos 150 g) hasta que hayan subido y engordado bastante y aclarado en color.  Pasarás de tener algo como esto:

A algo como esto otro:

 

Añade la leche y la vainilla a la mezcla y después, "a las bravas", echa la mezcla de yemas sobre la de harina.

Remueve con cuidado y espátula de goma hasta que todo quede integrado y sin grumos.

 

En un recipiente aparte y bien limpio empieza a montar las claras hasta que al levantar las varillas veas que éstas dejan "huella".

 

Incorpora el resto del azúcar (un cuarto de taza, unos 50 g) y sigue batiendo hasta que estén bien firmes pero no secas.

 

Agrega una porción de las claras montadas a la mezcla de yemas y ve incorporándolas con cuiado con espátula de goma.

 

Después añade el resto de claras y procede de igual manera...

 

... mezclando con la espátula y movimientos suaves y envolventes para perder la menor cantidad de aire posible.  Te quedará una mezcla muy esponjosa.  No la muevas demasiado, simplemente lo justo para que la clara se integre.

 

Pasa con cuidado la masa al molde y nivela su superficie.

 

Hornea el bizcocho una media hora o así, hasta que al pinchar con un palillo, éste salga limpio de masa.  En el horno verás que sube una barbaridad, tanto que parece que se va a salir del molde, pero no te preocupes, que en cuanto lo saques, se irá desinflando y quedará planito.

 

Deja que repose un poco en el molde para que no se rompa y vuélcalo sobre una bandeja de paredes relativamente altas (que no sea del todo plana) del tamaño adecuado.  En este caso, como los moldes que compré venían por parejas, usé uno para hornear y el otro como bandeja.  Lo que te tiene que quedar a la vista es "el culillo".

 

Deja que el bizcocho se enfríe del todo antes de mojarlo con la famosa mezcla de tres leches que da nombre al dulce.  Para hacer la mezcla tienes que juntar en un recipiente adecuado la leche condensada con la evaporada y la nata y remover hasta que todo quede bien mezclado.   Si te apetece, puedes añadir algo de licor: una cucharada o dos de ron o de algún otro licor de tu gusto.

Ahora, con la ayuda de un tenedor de dientes largos o una brocheta vete pinchando el bizcocho a discreción para agujerearlo de modo que pueda penetrar mejor la mezcla de leches.  Si te da pena acuchillarlo de esa forma, siempre puedes recurrir al cine clásico buscando inspiración...

 

 

O más clásico aún...

 

 

Bueno, coñas aparte, asegúrate de haber hecho una buena cantidad de agujeros al bizcocho, aunque no te pases con la inspiración cinematográfica, no sea que lo destroces del todo...  

A continuación, vierte poco a poco la mezcla sobre el bizcocho, procurando que los bordes, que son un poco más duros, no se queden secos.  Sigue echando y echando, repartiendo bien el líquido por toda la superficie.

 

Puede que llegue un momento en que el líquido parezca que desborda de la bandeja (para eso necesitábamos una de paredes un poco altas en lugar de un plato), pero no importa, deja que repose todo media horita o así y el bizcocho habrá absorbido todo el sobrante. 

La primera vez que probé, se me quedaron zonas secas.  Esta vez creo que me he pasado y tal vez haya que mojar un poco menos.  Será cuestión también de ir probando al gusto de cada cual.  A mí esta vez me ha quedado definitivamente, postre "de cuchara".

Monta la nata con el azúcar y cubre con ella el dulce.  Lo tradicional es acompañarlo con cerezas troceadas o frutos rojos.  Yo he añadido almendra en granillo pero como no soy precisamente una fan de la nata montada ni de las cremas de "frosting", al final es la típica decoración del postre lo que menos me gusta.  Habrá que ir "tuneando" (si hay que hacer ese tipo de sacrificios, ya sabéis que yo siempre estoy dispuestísima a tunear lo que sea ).

 

Pero el bizcocho...  Si eres "lechera" y te gustan los bizcochos bien mojaditos tipo borracho, te va a encantar.  Anímate y prueba, que es un postre sencillísimo de hacer y suele tener bastante éxito entre los comensales.

Y, cambiando totalmente de tema, os preguntaréis qué estreno era ése que mencionaba en el título del artículo.  Se trata del nuevo diseño de cabecera de este blog (algo de lo que algunas ya se han dado cuenta).  El diseño completo lo podéis ver más grande desde la web de su creadora, haciendo clic aquí.  En el blog no se puede ver tanto dibujo como a mí me gustaría pero menos da una piedra...  Es el resultado de un montón de horas mareando a la pobre diseñadora y de su indudable buen hacer, profesionalidad y paciencia.  Sólo con ella me he atrevido a trabajar en algo con lo que me sintiera indentificada y ella me ha seguido, me ha entendido y ha conseguido algo maravilloso a pesar de que no fuera precisamente su estilo. 

Estoy hablando de la diseñadora Anna Llinares, podéis visitar su web haciendo clic aquí.  Ella es también la diseñadora de la encantadora hadita de los dulces de cookemila, como habréis reconocido muchas.   Sólo puedo decir "GRACIAS, ANNA, tu diseño me ha hecho muy feliz".