El 4 julio vivimos el día de la independencia, pero de la morcilla.  Suena raro, pero teníamos reunión de amigos y fue el nombre que tocó en hornor a las morcillas que nos trapiñamos para comer junto con otras riquísimas viandas.  Para que algunos que siguen la dieta disociada no rompieran su régimen  se nos ocurrió que de postre también podíamos comer morcillas.  Pero de chocolate, claro.  

Vale, sí.  Un poco locos sí que estamos.  locos  Pero ¿y lo bien que lo pasamos?  Fue un día memorable. (Por lo menos a mi me va a costar olvidarlo, cada vez que me miro al espejo me veo las marcas que el sol me dejó, que parezco un mapa).  En fin, vamos a lo que vamos.

Busqué por internet y encontré varias versiones que básicamente consistían en una ganache de chocolate con algún tropezón que emulaban bastante bien a las tradicionales morcillas de Burgos de arroz y cebolla, así que eso fue lo que hice aunque tendré que seguir probando para dar con las proporciones más adecuadas con miras a conseguir algo parecido al modelo original:

La primera versión (y la que más me gustó, todo hay que decirlo) fue una morcilla de chocolate a la naranja con aroma de canela y pedacitos de galletas napolitanas (las de canela de Cuétara de toda la vida) y nueces.  Rica, rica.  Pero no encuentro cómo la hice, una vez más no sé dónde apunté los ingredientes para poder daros cantidades concretas, voy a tener que empotrar un cuaderno en alguna parte de la cocina para ir apuntando estas cosas y que no se me pierdan.

Recuerdo que preparé una ganache poniendo a hervir nata líquida (35%) con corteza de naranja y un palito de canela.  Dejé que cocieran un ratillo para que la nata se aromatizara.  Mientras desmenucé chocolate 60% (más o menos misma cantidad en peso que de nata).  Aparté la corteza de naranja y la canela y la eché hirviendo sobre el chocolate, removiendo hasta que estuvo bien deshecho.  Mientras es enfriaba, desmenucé unas cuantas galletas napolitanas y piqué unas nueces.  Una vez fría la ganache la monté un poco y añadí las galletas desmenuzadas (no deben estar hechas harina, sólo trocitos más o menos gruesos) y las nueces.  Removí todo bien para que se repartiera y di forma a la morcilla como explico más adelante. 

 

La segunda no estaba del todo mal pero me quedó demasiado compacta y se me deshacía al cortarla: una "morcilla de chocolate al aroma de café y licor Frangélico con arroz inflado y avellanas".  (Argf argf argf.  Ahora que lo siento en mis propias carnes, veo lo que tienen que entrenar los cocineros y los metres cuando tienen que soltar del tirón los nombres de los platos rimbombantes que se llevan ahora y... ¡¡ Olé sus pulmones !! Yo me quedo sin aliento).

De ésta sí que apunté los ingredientes:
100 g de nata
1/2 cucharadita de café soluble (yo usé descafeinado porque no tengo otro por casa)
120 g de chocolate 60% (quedó muy compacto, probablemente sería mejor usar sólo 100 g)
1 cucharadita de Frangélico (o dos, creo que se me fue un poco la mano)
50 g de avellanas troceadas
choco-krispies a discrección (no los pesé, échalos "a bulto" hasta que consideres que ya no caben más).

Prepara la ganache de la forma habitual.  Trocea el chocolate en un bol y pon la nata en una cazuela al fuego junto con el licor y el café.  Cuando la nata rompa a hervir échala de inmediato sobre el chocolate troceado y remueve hasta que éste se haya fundido por completo.  Deja que enfrie casi del todo, añade los tropezones y remueve.  Te quedará una masa espesita.  Sigue las instrucciones que hay al final del artículo para darle forma a las morcillas.

Para dar forma a las morcillas prepara una lámina de plástico de cocina y pon la masa encima.  Dale forma cilíndrica como buenamente puedas y presiona todo lo que sea posible para tener un cilindro uniforme.  Supongo que se podrás hacer lo mismo con papel antiadherente.  Deja estos cilindros de masa en la nevera para que se asienten y que la ganache endurezca. 

Para envolverlas finalmente preparé unas bolsas de congelación cortándolas por dos de los lados cerrados hasta tener una lámina de plástico.   Mis bolsas eran estrichitas, de bocadillo, pero si las tuyas son más grandes es posible que puedas sacar dos láminas de plástico de cada bolsa.  Saca el rodillo de la nevera, desenvuélvelo y envuélvelo en la lámina de plástico, enrollando después los bordes del plástico en ambos extremos como si se tratara de la envoltura de un caramelo de los de siempre pero gigante.  Utiliza un trocito de cuerda para asegurar los extremos y corta el sobrante de cuerda y el de plástico.  Tendrás algo como ésto.

No quedan del todo igual pero dan el pego.  A ver si se me ocurre una forma más "auténtica" de presentarlas...  De todos modos, están buenísimas.