Los "nikonistas" tendrán que esperar mejor ocasión.   

 

Esta tarta me la pidieron para Julián, que tiene una CANON EOS 1000D de verdad y querían darle una sorpresita por su cumple.  La cámara es muy pequeña, tamaño natural, así que para que hubiera más tarta, la pusimos como la reina que es: sobre un cojín de un rojo aterciopelado y con un lujoso cordón de plata (todo fondant, claro).  ¿Que no os creéis que la cámara sea tamaño real?  Pues mirad, mirad... 

Que anda que no las pasé "canutas" intentando sacar las fotos a la cámara.  Porque de fotografía no tengo ni papa y por mucho que tocaba los ajustes...

 

... no tenía forma de quitar los brillos. 

Y eso fue lo más difícil, los ajustes.  Cuando tenía la cámara más o menos hecha me di cuenta de que era un aburrimiento, toda negra...  Menos mal que encontré la forma de darle un poquito de gracia con las ilustraciones de tanto botoncito, pero qué sudores para que no me temblara el pulso  , que anda que no son chiquitines ni nada los dibujillos. ¡¡ Como para currárselos a pincel !!

Al final no quedó mal.  Ahí la tenéis, por una veza posando en vez de fotografiar a los que posan, que es lo que les toca normalmente a las cámaras.

Todos los bizcochos eran de fresa, con relleno de ganache de choco.  Pequeñinos ellos.  El objetivo fue lo último y se nota, apenas tiene detalles y... bueno, cada vez que miro la tarta, la veo más torcida a la pobre. 

 

No creo que se pudieran hacer buenas fotos con ella, con una óptica tan mal alineada... jajaja.  Pero al fin y al cabo no es más que una tarta y no sirve para hacer fotos sino para celebrar al homenajeado en su cumple y comérsela con mucho gusto así que... ¡¡¡ FELICIDADES, Julián !!!  Que cumplas muchos más y disfrutes de tus fotos y tu cámara (yo, por mi parte, me lo he pasado como una enana intentando reproducirla).

Y, ahora que veo la zapata... ¡Podría haber hecho también el flash!  Otra vez será.