Esta tartita fue para una niña de 9 años enamorada de las hadas y las sirenas.  Fue uno de los regalos que recibió en el día de su comunión.  Espero que le gustara.  A mí me encantó hacerla.  De hecho, me costó un poquito desprenderme de ella.  El color elegido es un tanto extraño pero no sé por qué, me salió una sirena morada, tanto la cola como el pelo, los ojos, las pestañas... En las fotos sale más azul, pero el color de la sirena era el morado.

No quería hacer la típica tarta de sirenas de Debbie Brown (aunque echarle un vistazo siempre sirve de inspiración, qué duda cabe) pero tampoco sabía qué hacer.  No quería hacer algo demasiado infantil (tipo "La Sirenita") ni tampoco algo demasiado adulto.  Y tenía que darle un toque mágico pero no sabía cómo.  Para colmo, empecé la casa por el tejado y lo único que tenía era la carita de la sirena (creo que es la primera vez que estoy más o menos satisfecha con el modelado de una cara, aunque todavía me falte un largo camino por andar).

Lo que hay debajo es un bizmor (el bizcocho de morgana, que lo del MSC ya he visto que da lugar a malos entendidos) de limón y canela, con almíbar y relleno a juego.  En lugar de hacer dos pisos convencionales al final monté todos los bizcochos dándole forma de rocas. 

Hasta el último momento no supe cómo iba a colocar a la sirena y al final acabó tumbada en las rocas, con la melena esparcida y mirando embelesada la luna a través de las aguas poco profundas...

Para "rellenar" la tarta y darle un toque algo más marino, intenté poner alguna estrella de mar, unas rocas...

... algunos corales, unas algas trepando por las rocas...  

El azul y el amarillo de la bandeja le dieron algo más de luz.

No sé si acerté o no pero sí que sé que es uno de los modelados que más he disfrutado de todos los que he hecho y también que lo he hecho con todo mi corazón.